EUROPA PRESS

25 febrero 2023

 

Todos estamos inflamados, y no es bueno para nuestra salud estarlo de forma crónica: ¿cómo desinflamarnos?

 

Detrás de cualquier enfermedad casi siempre la inflamación va a estar detrás. Es un mecanismo de adaptación y de defensa con el que cuenta nuestro organismo ante cualquier cosa que nos hace daño, sea externa o interna.

 

La hay de dos tipos: la de corta duración, o bien la que persiste en nuestro cuerpo y puede ocasionar síntomas que no son normales, tipo la inflamación crónica que mucha gente padece sin saberlo, ya que por lo general no puede detectarse en los análisis de rutina, según admite en una entrevista con Infosalus Gabriela Pocoví, doctora en Medicina y dietista-nutricionista que acaba de publicar 'Atención con la Inflamación' (Zenith).

 

"Tus pruebas pueden estar perfectas, aunque tú notes que en tu cuerpo algo no va bien. Te encuentras todo el día cansado, retienes líquido, o cambias de peso rápidamente. Tu colon se vuelve irritable, te duele la cabeza, la fatiga se vuelve tu mejor amiga, despertarte por las mañanas se vuelve un suplicio, y los dolores de cuerpo no te dejan vivir", alerta.

 

Dice que el sistema inmune es el encargado de producir la inflamación y que es muy común asociarla a cuando se nos hincha el vientre o la tripa, "una forma en la que se manifiesta, aunque no la única", porque es un proceso que está controlado por el sistema inmunitario con dos funciones: primero, defendernos de agentes externos; pero también controlar que este proceso de defensa no sea persistente, porque genera inflamación.

 

Es frecuente en nuestra sociedad la inflamación, según insiste, dado que es un proceso de defensa: "Todos tenemos inflamación porque nos defendemos contra cosas que nos agreden. La diferencia está en qué grado de inflamación tengo o qué eficiente es nuestro sistema inmunitario en combatir infecciones. Todos estamos expuestos a agentes proinflamatorios, todos tenemos algo de inflamación. La diferencia se sitúa en el grado de inflamación y en cómo nuestro sistema inmunitario la está controlando".

 

Síntomas de inflamación

Recomienda así analizar 5 áreas del cuerpo para saber si realmente estamos inflamados: nariz y garganta con mucosidad, tendencia a rinitis, flemas constantes; en el sistema digestivo problemas relacionados con el estreñimiento o diarrea, o intermitencia entre ambos, así como distensión, o gases; en la piel a través de granitos, dermatitis, eccemas, picores.

 

También habla del dolor, en cualquier parte del cuerpo, pero sobre todo si es persistente; el dolor articular, muy característico también, o el dolor menstrual o en la cabeza. Dice que el sistema nervioso también puede inflamarse, se llama 'neuroinflamación', que se manifiesta con alteraciones en la memoria, déficit cognitivo, o con el sentirnos con la mente nublada, entre otros síntomas de posible inflamación.

 

Cuando hay diagnóstico se llega tarde

Sostiene, en otro lugar, que es desconocida entre muchos médicos, quienes muchas veces trabajan al paciente cuando ya tiene la enfermedad, y no trabajan en la prevención, entre otras razones, según argumenta, porque el sistema está volcado en apagar fuegos, en controlar una enfermedad, no en prevenirla. "Dentro de la sanidad pública con 10 minutos es muy difícil trabajar en prevención", lamenta esta doctora.

 

"La inflamación va y viene. Nos puede ocurrir en concreto que tengamos un día de dolor de cabeza, y esto no quiere decir que tengamos inflamación crónica. Pero cuando vivimos con este dolor de cabeza de forma bastante frecuente, con episodios semanales, y nos incapacita o compromete nuestra capacidad funcional, sí es cuando debemos planteárnoslo. Es diferente tener dolor de cabeza un día concreto por estrés, por ejemplo, a que ocurra de forma frecuente, y es que la migraña es un problema inflamatorio", subraya esta experta.

 

Así, incide en que hay diagnósticos y enfermedades que involucran inflamación, como las migrañas, las alergias, los problemas de tiroides o de hormonas, las gastritis, enfermedades autoinmunes, el acné, las dermatitis, los eccemas, el dolor muscular o el articular, o la artritis, entre otros.

 

"Son diagnósticos ya asociados a un proceso inflamatorio. Eso sí, antes del diagnóstico, el paciente se encuentra con el problema y lo que sucede es que hemos normalizado estos síntomas. Si hiciéramos una detección temprana evitaríamos caer en estos diagnósticos, que se producen cuando llevamos tiempo lidiando con esa inflamación crónica", advierte Pocoví.

 

Una relación que existe: inflamación y covid persistente

Con ello, esta doctora en Medicina insiste en que el sistema inmune controla que esa inflamación no sea persistente, es decir, que si se atraviesa un proceso infeccioso finalicen sus síntomas, se vaya el dolor de cabeza y los mocos, así como el malestar; todos ellos signos de inflamación, según recalca.

 

"El problema es que cuando muchas veces, y se ha visto con la COVID-19, muchas personas no se recuperan y quedan con síntomas persistentes, es porque no se controla bien la inflamación", destaca Pocoví, resaltando en consecuencia que una persona con Covid persistente es porque ese sistema inmunitario no ha sido capaz de resolver ese problema inflamatorio, de controlar esa inflamación.

 

La inflamación es más frecuente entre las mujeres

Ahora bien, y fuera de la enfermedad en general, señala que la inflamación es frecuente entre todos los seres humanos. "Todos nos inflamamos, pero en la mujer puede ser más notable porque tienen un baile hormonal que interviene en este proceso, una carga hormonal mayor y que además fluctúa a lo largo de la vida. En ellas se perciben más síntomas de inflamación y de hecho la inflamación puede cambiar de acuerdo a las fases del ciclo menstrual", añade esta dietista-nutricionista.

 

Eso sí, subraya que, aunque parezca que los hombres están menos inflamados, no debemos equivocarnos porque, a pesar de que su sintomatología la percibimos menos, sostiene que "esta tiende a ser más fulminante", dado que su manifestación es más habitual en el sistema cardiovascular. "Terminan muriendo de un infarto y no se han dado cuenta porque no se han dado tantos síntomas como en la mujer", precisa.

 

Se sea mujer o hombre, lo que sí que es cierto, según afirma, es que a la larga puede ser perjudicial para nuestra salud estar inflamado, según avisa esta doctora en Medicina, porque es el mecanismo que está detrás de patologías por las que morimos, como el cáncer, las enfermedades autoinmunes, las neurodegenerativas, o las cardiovasculares. "En estas el proceso que está detrás es un proceso de inflamación crónica, y estas son las principales causas de muerte a nivel mundial y por eso hay que controlarlo bien", insiste Gabriela Pocoví.

 

Factores proinflamatorios y cómo desinflamarnos

Aquí recuerda que son factores proinflamatorios de nuestro día a día: el estrés moderno, que nos hace llevar vidas muy rápidas; el que estemos muy encerrados en oficinas; seamos sedentarios; la alimentación, la comida rápida o procesada.

 

Hace referencia igualmente a los tóxicos y a los contaminantes, y en concreto a los que estamos cada vez más expuestos: pesticidas, metales pesados, plásticos, disruptores endocrinos y algunos aditivos alimentarios (edulcorantes, colorantes y emulsionantes).

 

¿A la hora de desinflamarnos qué podemos hacer? Esta doctora en Medicina reconoce que hay cosas que podemos modificar, como la alimentación, al tiempo que indica que podemos aprender herramientas para dormir mejor, para gestionar el estrés, alejarnos de las pantallas, o irnos a la naturaleza, entre otras.

 

Sobre los alimentos desinflamatorios considera que lo importante es priorizar el consumo de verduras y de frutas en todas las comidas, optando en primer lugar por las de temporada, y las de cercanía; y variar, "porque tenemos un abanico inmenso cuyo contenido antioxidante y antiinflamatorio es enorme".

 

Apunta esta venezolana igualmente que lo idóneo en estos casos es fomentar un mayor consumo de omega 3, de pescado: "Nos hemos volcado en las carnes y en los huevos (omega 6), también con un perfil importante desde el punto de vista nutricional, pero también debemos incluir el pescado; realizar un correcto balance entre el omega 3 y el 6".

 

A su vez, alerta de que nos inflama el comer harinas refinadas: "Hay que huir de ello, de comer pan todos los días, arroz refinado, pastas; hay que ordenar mejor esa alimentación porque estos no aportan tanto poder nutricional y abarcan mucho de nuestra alimentación".

 

Coincide con que el ejercicio físico se ha vinculado a un descenso de la inflamación por varios factores, como una mejora en la resistencia a la insulina, un aumento del gasto calórico, un aumento del peristaltismo o del tránsito intestinal (reduce el estreñimiento y hace tus digestiones más rápidas y ligeras), y mantiene que, además, últimamente se estudia mucho su papel beneficioso en la microbiota intestinal y en el sistema inmunológico.